Escrito por: Theresa Bailey, Pasante de Princeton en LatinoAmerica, Comunidad Connect 2015-2017
¿A dónde vas, Esteli? ¡Hay nancite, hay naranja, hay limones! ¡Acércate a boutique 5 Estrellas hoy y aprovecha de la gran liquidación! Esos son algunos de la gran variedad de frases y sonidos que llenan el espacio que me rodea aquí en Nicaragua.
Después de vivir en este hermoso país por más que un año, he aprendido algo de suma importancia: es muy ruidoso Nicaragua. Sin embargo, la habilidad más relevante que acompaña a este hecho es ser capaz de estar quieto, ir más despacio y escuchar a los sonidos callados que revolotean debajo el estrépito abrumador. Cuando estoy quieta, escucho la risa de mis colegas de trabajo mientras que realizamos nuestros labores diarios. Cuando ando despacio mi hermana anfitriona calma a mi estrés y me fortalece con las palabras que tengo que escuchar. Cuando escucho, oigo la sinceridad y vulnerabilidad que acompañan las ideas que esperamos que transformen nuestras comunidades.
Trabajando en la carrera de desarrollo comunitario quiere decir que uno ya se aceptó una vulnerabilidad inescapable. Mis colegas de trabajo, nuestros socios académicos, los mismos miembros de la comunidad, nosotros somos arquitectos, construyendo nuevos ambientes y estructuras con la intención de que se transformarán en mejor calidad de vida y mejores oportunidades en todo Nicaragua. Y como arquitectos, los resultados de nuestras innovaciones solo se vuelven tangibles después de que la primera idea se atrevió pasar entre labios, envuelta en la incertidumbre de su recepción.
Mis experiencias con Comunidad Connect – planificando proyectos, estableciendo relaciones con personas que no son como yo – me enseña que la vulnerabilidad no debe ser visto como una debilidad. Es una manera para relacionarse con los demás, una manera para volverse más humilde y una manera para aprender. En mi segundo y último año con esta organización, espero ser audaz en mi vulnerabilidad, dejando que los sonidos debajo del estrépito informan a mis acciones y llenan mi trabajo con propósito. Este año mi meta es estar quieta, ir más despacio y escuchar a los sonidos callados que componen la narrativa verdadera de mi linda Nicaragua
¿A dónde vas, Esteli? ¡Hay nancite, hay naranja, hay limones! ¡Acércate a boutique 5 Estrellas hoy y aprovecha de la gran liquidación! Esos son algunos de la gran variedad de frases y sonidos que llenan el espacio que me rodea aquí en Nicaragua.
Después de vivir en este hermoso país por más que un año, he aprendido algo de suma importancia: es muy ruidoso Nicaragua. Sin embargo, la habilidad más relevante que acompaña a este hecho es ser capaz de estar quieto, ir más despacio y escuchar a los sonidos callados que revolotean debajo el estrépito abrumador. Cuando estoy quieta, escucho la risa de mis colegas de trabajo mientras que realizamos nuestros labores diarios. Cuando ando despacio mi hermana anfitriona calma a mi estrés y me fortalece con las palabras que tengo que escuchar. Cuando escucho, oigo la sinceridad y vulnerabilidad que acompañan las ideas que esperamos que transformen nuestras comunidades.
Trabajando en la carrera de desarrollo comunitario quiere decir que uno ya se aceptó una vulnerabilidad inescapable. Mis colegas de trabajo, nuestros socios académicos, los mismos miembros de la comunidad, nosotros somos arquitectos, construyendo nuevos ambientes y estructuras con la intención de que se transformarán en mejor calidad de vida y mejores oportunidades en todo Nicaragua. Y como arquitectos, los resultados de nuestras innovaciones solo se vuelven tangibles después de que la primera idea se atrevió pasar entre labios, envuelta en la incertidumbre de su recepción.
Mis experiencias con Comunidad Connect – planificando proyectos, estableciendo relaciones con personas que no son como yo – me enseña que la vulnerabilidad no debe ser visto como una debilidad. Es una manera para relacionarse con los demás, una manera para volverse más humilde y una manera para aprender. En mi segundo y último año con esta organización, espero ser audaz en mi vulnerabilidad, dejando que los sonidos debajo del estrépito informan a mis acciones y llenan mi trabajo con propósito. Este año mi meta es estar quieta, ir más despacio y escuchar a los sonidos callados que componen la narrativa verdadera de mi linda Nicaragua